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El colapso de Europa: un reflejo del mundo


Fijémonos en lo que está ocurriendo en Europa: El gobierno holandés dimitió en su totalidad por un escándalo en las ayudas al cuidado de niños, el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, ha presentado su dimisión, la canciller alemana, Ángela Merkel, se ha apartado de la vida política dejando un futuro político incierto y el primer ministro de Estonia, Juri Ratas, dimitió por un escándalo de corrupción con el consiguiente colapso de su gobierno. Por si fuera poco, en Bélgica y Francia se produjeron violentos disturbios en los que migrantes y miembros de grupos políticos radicales destrozaron escaparates, incendiaron automóviles y una comisaría, e hirieron a decenas de agentes del orden. Además de todo lo anterior, el coronavirus se está extendiendo como nunca antes, cobrándose miles de vidas cada día a pesar de las vacunas y las restricciones.


Esto no es una coincidencia. Estamos experimentando la integralidad del mundo, su inexorable interconexión. Dependemos unos de otros a todos los niveles. La Covid-19 nos ha obligado a reconocer que un contagio en cualquier lugar es un contagio en todas partes. Ahora tenemos que avanzar a la siguiente fase de nuestro despertar y darnos cuenta de que una crisis local significa una crisis global. El coronavirus ha causado estragos en la economía mundial, desgarrando a la sociedad de innumerables países y, como resultado, los gobiernos se tambalean. Todo esto es parte del mismo proceso: el colapso del viejo mundo impulsado por el individualismo, que ahora se está desmoronando en un efecto dominó global.


La crisis está en todas partes. La interdependencia mundial exige una coordinación y colaboración globales. Sólo tiene sentido que, si dependemos unos de otros, cooperemos para que las cosas mejoren para todos.


Aunque son muchos los que ya se han dado cuenta de que dependemos unos de otros, eso no es suficiente. Ahora, además, ¡debemos darnos cuenta de que somos responsables unos de otros! Hoy en día, los países se comportan como alpinistas escalando un acantilado fuertemente empinado. Son perfectamente conscientes de que están atados entre sí. Pero, en lugar de utilizar su dependencia mutua para ayudarse a llegar a la cima, intentan romper las cuerdas que los mantienen unidos y trepan por encima de los demás en su camino hacia la cima. Cualquier escalador novato nos podría corroborar que esa actitud solo puede traer un resultado, y no es precisamente bueno. La única manera de subir es juntos, cuidándonos unos a otros, asegurándonos de que todos se agarran bien a la roca y que, si alguien resbala, los demás lo sujetarán hasta que pueda volver a encontrar el equilibrio.


La escalada del caos mundial debería enseñarnos que nos encontramos en una absoluta interdependencia y que no tiene sentido tratar de derribar a ningún país porque todos nos hundiremos con él. Fijémonos en lo que ha ocurrido en las recientes elecciones presidenciales en EE.UU. De repente, nos damos cuenta de las injerencias en las elecciones de EE.UU.: Rusia, China, Ucrania o Irán entre otros países ¿Tiene sentido sorprenderse? No podía ser de otro modo. Si lo que ocurre en un país influye en todos los demás, naturalmente, estos países quieren influir en lo que sucede en otras partes.


El problema es que ese juego solo puede durar un tiempo, y nos estamos acercando a su final. La espiral de colapso de los gobiernos y las sociedades indica que podemos estar acercándonos a un caos total. Cuando eso ocurra, nos quedará una de dos opciones: la primera, y menos probable, es que en el último momento, los gobiernos controlen su ansia de poder y se pongan de acuerdo para establecer conexiones equilibradas que sean aceptables para todos y garanticen el bienestar de todos los países del mundo. La segunda opción, - y lamentablemente cada vez más probable -, es que este «tira y afloja» sin tener en consideración a los demás, acabe en una destrucción total, en un conflicto armado global. Los colapsos locales de los últimos meses han sido señales de advertencia. Si no les prestamos la debida atención y apostamos por un cambio en nuestra actitud, podríamos vernos en un problema todavía mucho mayor.


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