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¿Hacia dónde se dirigen nuestros jóvenes?


Según el informe presentado en marzo de 2021 por el instituto de la juventud (Injuve), la pandemia ha retrasado la emancipación de los jóvenes. Cerca de un 75% no se emancipa por falta de estabilidad o insuficientes ingresos.


Los jóvenes quieren ser independientes, triunfar, lograr cosas y dejar su huella en el mundo. Por eso, puede parecer contradictorio que vivan con sus padres ya que, ciertamente, no quieren que estos se entrometan en su vida personal. Entonces, ¿por qué vuelven al hogar de sus padres o no tienen prisa por salir de allí?

Ya no pretendemos conquistar el mundo ni dejar huella, “llegar a ser alguien”: ya solo queremos salir adelante

Hay varias razones para ello. Analizándolo socialmente, ya no estamos tan seguros de cómo debemos manejar nuestra vida ni hacia dónde se dirige el mundo. Nuestra confianza en nosotros mismos y en el futuro, como individuos y como sociedad, se va desvaneciendo. Ya no pretendemos conquistar el mundo ni dejar huella, “llegar a ser alguien”: ya solo queremos salir adelante.


No todos lo sienten así, pero esta sensación la comparten cada vez más jóvenes. En consecuencia, en lugar de salir al mundo, los jóvenes prefieren esperar hasta estar seguros de que las cosas saldrán bien.


Haciendo un análisis más profundo, hay una sensación de falta de sentido que está surgiendo poco a poco en la conciencia de los jóvenes. No es que hoy no quieran disfrutar de la vida o que tengan miedo a fracasar, es que el dinero, el poder y la fama, simplemente, ya no les atraen y no encuentran otros objetivos que perseguir. Por eso, muchos están deprimidos.


Cuando tienen todo lo que necesitan para vivir, pero no tienen una razón para hacerlo, no pueden evitar sentirse infelices, y algunos pueden caer en una frenética búsqueda de experiencias límite, como los deportes extremos, la drogadicción, la violencia o distintas adicciones.

Esta sensación de falta del sentido de la vida es el quid de la cuestión

Esta sensación de falta del sentido de la vida es el quid de la cuestión. En una era donde cada producto se fabrica y ensambla en muchos países diferentes, tener una mentalidad individualista entra en contradicción con la realidad de nuestro mundo: en él todo está interconectado y todos dependemos de todos, pero seguimos empeñándonos en ir en la dirección opuesta.


Hoy, para encontrar satisfacción en la vida, es preciso que contribuyamos positivamente a la sociedad convirtiéndonos en elementos que favorezcan la prosperidad de todos. Es decir, cambiar la cultura del “Yo” por la del “Nosotros”.

Solo si nos damos cuenta de nuestra interdependencia y actuamos en consecuencia, nuestra existencia cobrará sentido y sabremos hacia dónde tenemos que dirigirnos

Necesitamos construir una sociedad en la que sepamos relacionarnos positivamente entre nosotros, donde comenzar a sentir lo que nos une y cómo nos influimos mutuamente. Solo si nos damos cuenta de nuestra interdependencia y actuamos en consecuencia, nuestra existencia cobrará sentido y sabremos hacia dónde tenemos que dirigirnos.


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