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La fuerza de los deseos



A diferencia de los animales, los seres humanos no solo tenemos deseos básicos como la comida, el sexo, casa o procreación, también tenemos lo que se llaman "deseos sociales" ­–como el anhelo de riqueza, poder y conocimiento– que solemos satisfacer a expensas de la sociedad que nos rodea.


Estos deseos sociales, pueden usarse de dos formas: para dominar y aprovecharse de los demás o para conectarnos de manera positiva y contribuir al bienestar de la sociedad. Es decir, desarrollar esos deseos en beneficio de todos, no solo de manera egoísta.

Cuando actuamos en beneficio de los demás, nos conectamos con fuerzas positivas que nos elevan y enriquecen profundamente.

Pero si solo buscamos aprovecharnos de otros, nos quedamos atrapados en nuestro  propio interés y no podemos atraer esas fuerzas que nos transforman. Al caer en esa dinámica, evitamos el desarrollo y el crecimiento, tanto en nosotros como en los que nos rodean.


Es decir, podemos usar nuestros deseos sociales adicionales de dos formas: para mejorar nuestra vida material (a menudo a costa de los demás), o para crecer interiormente.


Si observamos la vida desde una perspectiva general, vemos que nuestro paso por este planeta no dura mucho tiempo y que todo lo material, incluido nuestro cuerpo, acaba desapareciendo.  Entonces, ¿por qué  preocuparnos tanto por cosas pasajeras? Sería mucho mejor centrarnos en lo que podemos desarrollar dentro de nosotros para alcanzar un estado más elevado y pleno.


Por eso, cuando pensamos en esos deseos adicionales que nos fueron dados y que son únicos en comparación con el resto de la naturaleza, deberíamos preguntarnos si los usamos solo para nuestro propio beneficio, algo que al final es pasajero, o deberíamos dirigirlos hacia el beneficio de los demás. Porque, cuando nos preocupamos por los demás, nos acercamos a las fuerzas positivas del altruismo y las conexiones positivas para todos.


Es importante entender que la decisión de cómo utilizamos estos deseos va más allá de nuestras necesidades básicas. Está claro que necesitamos tener una familia, comer bien, vestirnos de manera normal, etc. Sin embargo, una vez que cubrimos esas necesidades básicas, la pregunta que uno puede plantearse es: ¿cuál es el propósito de mi vida? Y ¿en qué dirección quiero orientarla?

Si hacemos buenas elecciones, podemos lograr conectarnos con una fuerza más elevada que el estrecho ego personal que ahora me atrapa.

Nuestra libertad únicamente reside en elegir el entorno y a qué nos dedicamos. Si hacemos buenas elecciones, podemos lograr conectarnos con una fuerza más elevada que el estrecho ego personal que ahora me atrapa. Y es la vía hacia una existencia en serenidad, con un llenado más allá de lo material.


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