¿Se vende? ¡Lo quiero!
Hemos pasado las navidades, y con ellas el frenesí de las compras. Todos tratan de llegar antes que los demás a las mejores ofertas. Ahora que la mayoría de las compras se hacen en línea, este nuevo formato nos ha hecho aún más consumidores a nivel mundial y todos queremos un pedazo del pastel, aunque llegue varias semanas después de haberlo pedido. Pensamos que consumir nos hará más felices, pero en realidad es solo una ilusión que, en el mejor de los casos, únicamente cubre nuestro vacío durante unas horas.
Pensamos que consumir nos hará más felices, pero en realidad es solo una ilusión
Esta tentación es entendible. No resulta fácil resistirse a comprar cuando la publicidad nos inunda y todos hablan de lo que adquirieron a precios muy bajos con tal o cual oferta. Todos alguna vez hemos sentido la tentación de consumir compulsivamente.
La mayoría somos así: compramos productos que realmente no necesitamos y a un precio que no es precisamente una ganga, pero nos consuela sentir que no nos alejamos del rebaño. Y detrás de esa actitud está nuestro ego, en medio de una «lucha» entre vendedor y comprador.
Las compras excesivas traen serias consecuencias, perjudicando al medioambiente y al planeta: producimos el doble de lo que necesitamos y tiramos el exceso a la basura, llenando los océanos de plástico y agotando los recursos de la naturaleza.
¿Sabemos de dónde viene ese impulso por comprar? En el mundo de hoy, frío y desalmado, nos sentimos solos e inseguros. Por eso compramos artilugios y placeres fugaces, para compensarlo. Si tuviésemos unas buenas relaciones sociales y familiares que nos hicieran sentirnos arropados, entonces, preferiríamos dedicar nuestro tiempo a ellas, sin necesidad de hacer clic en ningún enlace.
Nos sentimos solos e inseguros. Por eso compramos artilugios y placeres fugaces, para compensarlo
Todo esto nos ha llevado a una situación en la que los precios están subiendo, hay un atasco en el comercio marítimo y se disparan los precios de combustible provocando escasez de materias primas y de productos manufacturados en todo el mundo. Realmente nuestra codicia no tiene límites.
Esperemos que esto nos sirva para cambiar y comenzar a buscar llenado en la gente que nos rodea, en la unión con nuestra familia y amigos, y en la construcción de sociedades más empáticas. Es tiempo de ir más allá de las relaciones de tipo superficial. Y encontrar llenado y satisfacción en las conexiones entre nosotros.
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