Tómate la vida en serio y ríete de ti mismo
Si pudiéramos observarnos desde fuera de forma imparcial, nos daríamos cuenta de nuestros pequeños fallos, y no solo la vida nos resultaría más fácil, sino que además aprenderíamos mucho sobre la naturaleza humana y sobre cómo ser una mejor versión de nosotros mismos.
En principio, todos tenemos sentido del humor. El humor sano es cuando te ríes de ti mismo; el humor nocivo es cuando te ríes o te burlas de los demás. El primero enaltece, el segundo denigra a otros.
Sin embargo, estamos tan inmersos en nuestros propios problemas y en el estrés diario de esta sociedad tan competitiva, que no le dejamos espacio a nuestro sentido del humor y nos olvidamos de reír.
Desarrollar el sentido del humor no es ninguna broma. El humor debería ser la capacidad de ver nuestros propios defectos con perspectiva, de elevarnos por encima de nosotros mismos y reírnos a pesar de los problemas. Podríamos utilizarlo como la expresión de autocrítica más constructiva y positiva posible.
El humor hace que sea mucho más sencillo descubrir cuáles son nuestros defectos: es una herramienta vital en nuestro crecimiento y nos ayuda a ser mejores
El humor nos ayuda a vernos tal como somos realmente, de modo que, una vez detectadas nuestras cualidades negativas, nos es posible corregirlas. El humor hace que sea mucho más sencillo descubrir cuáles son nuestros defectos: es una herramienta vital en nuestro crecimiento y nos ayuda a ser mejores.
Sin embargo, hoy en día, lo habitual es que la naturaleza humana deforme por completo el significado y el propósito del humor. En lugar de reírnos de nosotros mismos como medio para crecer, nos reímos de los demás y los menospreciamos, provocando tristeza en ellos. Y eso es justo lo contrario de lo que el humor debería provocar.
Burlarse de los demás no es humor, es maldad. Reírse de las debilidades de otros, aumenta la sensación de lejanía entre las personas y no contribuye en nada a corregir la naturaleza humana. Este tipo de comportamiento no debería tener respaldo público de ningún tipo.
Ahora bien, los que saben reírse de sí mismos y de la naturaleza humana en general, pueden descubrir aspectos personales a corregir para poder acercarse a los demás. Esto nos lleva a un terreno común donde es posible ver toda una serie de situaciones cómicas y ridículas con las que todos podemos sentirnos identificados.
En conclusión, aprender a reírnos de nosotros mismos nos ayuda a crecer y tener una vida mucho más llevadera.
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